
"Veamos en Miguel Hidalgo al ser humano que conmovido ante la miseria de su compatriotas, feligreses y su pueblo, luchó y murió por la Independencia de la Nueva España. No lo movieron afanes viles de riqueza o poder. Supo que el goce verdadero estaba en dar y no en recibir, y lo entregó todo, hasta su propia vida", pronunció el historiador Jesús Arturo Filigrana Rosique, quien este miércoles fungió como orador oficial durante la ceremonia cívica del 266 aniversario del natalicio de don Miguel Hidalgo y Costilla.
Ante Guillermo Narváez Osorio, secretario de Educación y representante del gobernador Adán Augusto López Hernández, destacó que desde joven, Hidalgo se opuso a las medidas adoptadas por el dominio español, como las llamadas reformas borbónicas, que consistían en incrementar la recaudación tributaria en las colonias y daban preferencia a los españoles peninsulares para ocupar cargos públicos.
“Como era de esperarse, estas medidas generaron inconformidades en la Nueva España y hubo otros personajes importantes que se atrevieron a proponer otro tipo de medidas para tratar de mitigar las penalidades que pasaba la mayoría de la población novohispana, particularmente la indígena”, señaló en presencia de la secretaria de Cultura, Yolanda Osuna Huerta.
El evento se realizó en el parque de esta ciudad que lleva el nombre del Cura de Dolores, mismo que fue convocado por la Secretaría de Cultura.
El doctor en Historia por la Universidad Veracruzana consideró que no fue difícil creer que las ideas de todos esos personajes influyeron en el pensamiento del “Padre de la Patria” e incluso radicalizarlo más.
Recordó que el 05 de diciembre de 1810, Hidalgo planteó que debía entregarse a los naturales las tierras de cultivo y que los indígenas tuvieran el goce exclusivo de sus tierras, con lo que le daba un sentido agrario a su lucha. Días más tarde, indicó, emitió en Guadalajara un decreto que declaraba abolida la esclavitud de la población africana y la eliminación de los tributos que pagaban indios y mestizos.
Filigrana Rosique resaltó que después del mítico Grito de Dolores, el Ejército Insurgente pasaría por San Miguel, Celaya, Salamanca, Guanajuato y Guadalajara, sumando victorias e incrementando el número de combatientes, pero su derrota en la batalla del Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811, marcaría el principio del fin de su insurgencia.
Expresó que el Cura de Dolores fue capturado en Acatita de Baján por las fuerzas realistas y conducido a Chihuahua donde fue juzgado, degradado eclesiásticamente y finalmente fusilado el 30 de julio de 1811.
“Aunque muy debilitado, el Ejército Insurgente continuaría su lucha con Ignacio López Rayón, José María Morelos y Vicente Guerrero, quienes serían los líderes más notables en los siguientes diez años, hasta que en 1821, con el establecimiento del Plan de Iguala y la firma de los Tratados de Córdoba, se logró la Independencia de la Nueva España”, subrayó.
Asistieron a la ceremonia, los presidentes del Tribunal Superior de Justicia y del Congreso local, Enrique Priego Oropeza y Tomás Brito Lara, respectivamente; la coordinadora del DIF Tabasco, Celia Bosch Muñoz y representantes militares, así como estudiantes del Cobatab, del Conalep, de educación básica y funcionarios federales, estatales y municipales.